En Más Ciudadanos desde hace años venimos hablando de la Ecuación de la Democracia; ésta ha sido nuestra manera de pensar en el camino necesario para construir una sistema democrático en Venezuela y ha sido nuestra forma de entender que un simple cambio político resulta insufi ciente, porque así como un edifi cio en decadencia necesita más que un buen conserje, Venezuela necesita también una transformación mucho más profunda. La Ecuación de la Democracia no es otra cosa que nuestra teoría de cambio y nuestra visión de cómo transformar Venezuela; se trata de una agenda que apuesta -como me gusta repetir siempre- por lo importante antes que lo urgente.

Como toda ecuación, en la ecuación democrática también será necesario juntar primero dos o más variables que operan entre sí y deben arrojar un resultado, que en este caso, esperamos que sea una Democracia en Venezuela. Para ello, en primer lugar, aunque pueda parecer obvio, creemos que el primer elemento necesario para cambiar Venezuela pasa por rescatar la educación venezolana, sin embargo, no basta solo con saber que hay que salvarla, sino que también, resulta necesario entender mejor el cómo para no repetir errores del pasado.

En este punto, todos podemos estar de acuerdo -y es un excelente punto de partida- en reconocer que la educación es fundamental para un país, sin embargo, no deja de preocupar cómo muchas veces éste y otros temas vitales se abordan con superfi cialidad y en algunos casos, desde la urgencia y sin atender verdaderamente los problemas estructurales de nuestro sistema educativo. Con esto quiero decir que si bien nuestro país necesita una educación de calidad que supere en primer lugar sus problemas urgentes y reivindicativos, entre ellos, los problemas de infraestructura y salariales que aquejan a nuestros maestros y profesores, sin embargo, esto por sí solo no es sufi ciente, pensar que únicamente con mejores salarios y aulas de clases acondicionadas superaremos los problemas de nuestro sistema educativo resultaría ingenuo de nuestra parte.

Si bien todos conocemos los graves fl agelos de la educación venezolana, nos parece importante ofrecer algunos datos acerca de la realidad del sistema educativo en Venezuela. Según el estudio el Diagnóstico Educativo de Venezuela (DEV) del Centro de Innovación Educativa (CIED) de la Universidad Católica Andrés Bello: “en los últimos tres años, el número de alumnos se redujo un 15 %, es decir, 1,21 millones de niños y adolescentes abandonaron las aulas (unos 400.000 por año)».¹

Por otro lado, aunque hoy no existe ningún instrumento en el sistema de educación pública que sirva para medir el aprendizaje y el progreso académico de los estudiantes, las pruebas PISA realizadas en el estado Miranda en 2009 ya mostraban que 1 de cada 3 estudiantes no sabe leer y que 6 de cada 10 carecen de las habilidades básicas en matemáticas².

Queda claro que nuestro sistema educativo tiene problemas estructurales evidentes que van más allá de lo reivindicativo, entre ellos, uno de los más graves, una malla curricular y un pensum educativo que no responde a las realidades y que no forma a nuestros jóvenes para ser mejores ciudadanos dentro de la sociedad ni prepara a nuestros jóvenes para enfrentarse a las realidades y desafíos globales del siglo XXI y la sociedad digital. En ese sentido, de acuerdo al estudio Encovi 2022³ la principal razón de la deserción escolar no es solo el factor económico, sino la poca pertinencia de la oferta educativa, los jóvenes señalan que prefi eren trabajar y llevar comida a sus casas que estudiar.

En un país como Venezuela donde se ha hablado tanto durante los últimos años acerca del fl agelo de la desigualdad, queda claro luego de tantas políticas clientelares, que esto no ha sido sufi ciente. De acuerdo a Encovi⁴, los altos índices y niveles de pobreza no han sido superados y hoy son similares e inclusive peores que para el momento de la llegada del chavismo al poder en el año 1999.

Han sido muchas las políticas y programas sociales que buscan atender la pobreza enfocándose en muchos casos en atender sus consecuencias pero en pocos casos éstas han estado dirigidas a atender una de sus causas originales y la mayoría de las veces se ignora uno de los factores más determinantes para reducir la pobreza: la educación. Es por ello que cualquier reforma o esfuerzo por mejorar nuestro sistema educativo sería insufi ciente si antes la educación no cumple con su principal misión y objetivo: romper con el círculo de la pobreza, algo que ya nuestro país y sociedad ha experimentado en el pasado.

Queda claro que la educación no asegura el éxito y que ello depende de muchos otros factores, inclusive, todos conocemos historias de personas que han logrado conseguir sobreponerse a su realidad a pesar de no contar con educación básica, sin embargo, también es verdad que ese tipo de historias son lamentablemente la excepción a la regla y podemos reconocer que en la mayoría de los casos no tener acceso a educación de calidad termina conduciendo a la pobreza, por esto debemos tener cuidado de generar conclusiones a partir de casos específicos y lamentablemente cada vez más excepcionales.

Está claro que la educación es la gran herramienta de equiparación en una sociedad y es la mejor manera de romper desde su raíz con el círculo de la pobreza; esto quiere decir que si bien somos por naturaleza desiguales y estamos en buena medida determinados en muchos sentidos desde que nacemos -aunque no defi nitivamente- es precisamente la educación y la libertad que ella nos da, las dos grandes herramientas que permiten romper con ello y que brindan a su vez las posibilidades para que que, a partir del esfuerzo y trabajo duro se pueda romper con esa condición.

Ciertamente, en este punto podría abrirse una discusión, acerca de la igualdad de oportunidades y la meritocracia -en algunos casos insufi ciente- y que podría terminar desacreditando esta posición en algún punto, también es cierto que Venezuela fué uno de los mejores ejemplos de la región acerca del poder transformacional que tiene la educación en la formación de una sociedad con una gran clase media profesionalizada; un país donde con sus imperfecciones y falencias, era posible romper con tu condición de origen y progresar a pesar de las circunstancias con tu formación y esfuerzo.

Entender que la educación es importante y trascender del slogan pasa por apostar verdaderamente por ella, sin hipocresías, lugares comunes y discursos vacíos; reivindicar a los maestros, el factor más importante dentro del sistema educativo. Debemos entender de una vez por todas que el mayor recurso de un país no es el petróleo ni ningún otro recurso natural, sino precisamente su gente; personas de carne y hueso que se desarrollan en ofi cios y profesiones gracias a su educación y que serán, en todo caso, quienes con su trabajo e ingenio desarrollarán riquezas y progreso para Venezuela.

Por eso, como “generación” una de las grandes tareas pendientes que tenemos pasa por discutir acerca del futuro y visión que tenemos acerca de nuestro sistema educativo, hoy afectado y golpeado como nunca antes y que lejos de romper el círculo de la pobreza, la vulnerabilidad y destrucción del sistema educativo han acentuado más que nunca las desigualdades y diferencias sociales.

Permítanme ir más allá, un colegio o universidad que aún rompiendo con el círculo de la pobreza y que egresa buenos profesionales pero sin que tengan la impronta ciudadana solo será una mera fábrica de títulos, una maquinaria de información y aprendizaje que resulta insufi ciente, porque no es útil para la construcción de una sociedad democrática egresar únicamente abogados, médicos, ingenieros o arquitectos si estos antes no son antes que todo buenos ciudadanos. Por eso, una de las grandes deudas y asuntos pendientes de nuestro sistema educativo tiene que ver con la capacidad de formar auténticos ciudadanos en las aulas, que el sistema escolar, comience a formar con determinación mejores ciudadanos, sin que eso signifi que una renuncia a la individualidad, proyecto de vida y libertad de cada uno.

Podríamos en este punto cuestionarnos qué tiene que ver la educación y ciudadanía con la Democracia, sobre todo cuando estamos tan acostumbrados a verla como un sistema más procedimental e institucional, o inclusive, como un sistema que únicamente funciona para la elección de nuestros gobernantes; esto es tan peligroso e incoherente como creer que en una relación de pareja basta con la salida propia del 14 de febrero o que un cristiano solo debe asistir a los ritos y practicar su fe en Semana Santa.

Desde una aproximación teórica más liberal del concepto democrático y desde nuestra experiencia, queda claro que una visión meramente procedimental de la democracia puede resultar insufi ciente e inclusive, peligrosa, ya que sería como reducir una práctica religiosa a los ritos únicamente y por tanto, la democracia es antes que todo un sistema que viene a limitar el poder y garantizar libertades de los individuos.

La Democracia es mucho más que un sistema de escogencia de gobernantes y legitimación de representantes, sino que también, es un sistema de valores y creencias y para ello necesita precisamente de una ciudadanía activa comprometida y un tejido social fuerte para su subsistencia, ya que son precisamente los auténticos ciudadanos los anticuerpos que protegen el sistema democrático o la gasolina que permite que funcione y ande el motor de ese vehículo llamado Democracia y que da vida a sus instituciones.

De acuerdo a Giovanni Sartori⁵ en uno de sus textos: “La democracia es entre otras cosas un ideal” y eso quizá nos ayude a entender fi nalmente el resultado de nuestra ecuación, que es, precisamente la Democracia. Con ello, el autor se refi ere a que la Democracia es, entre otras cosas, un sistema que se construye y deconstruye cada día y son precisamente los ciudadanos quienes con sus acciones u omisiones y a través de sus valores, quienes son capaces de fortalecer y defender el sistema democrático y sus instituciones.

[¹] “Más de un millón de venezolanos dejó de estudiar desde 2018, según informe.” SWI swissinfo.ch, 10 de noviembre de 2021. https://www.swissinfo.ch/spa/venezuela-educaci%C3%B3n_m%C3%A1s-de-un-mill%C3%B3n-de-venezolanos-dej%C3%B3-de-estudiar-desde-2018–seg%C3%BAn-informe/47101146.

[²] Centro De Refl exión y Planifi cación Educativa. “Evaluadas Escuelas de Miranda” 10 de enero de 2012. http://www.cerpe.org.ve/noticias-lector-principal/items/95.html.

[³] “Encovi 2018 | Encuesta Nacional de Condiciones de Vida,” 2018. https://www.proyectoencovi.com/encovi-2018-encuesta-nacional-de-condiciones-de-vida-copy.

[⁴] “Encovi 2018 | Encuesta Nacional de Condiciones de Vida,” 2018. https://www.proyectoencovi.com/encovi-2018-encuesta-nacional-de-condiciones-de-vidacopy.

[⁵] SARTORI, Giovanni (1987). ¿Qué es la democracia? México, Editorial Taurus.